22 abr 2010

LA NAO VICTORIA

Cuanto más leo las advertencias que Carlos V le hacía el 5 de abril de 1525 a Hernando de BUSTAMANTE para el viaje a "las Yndias de Moluco" y más leo el testamento que hizo el marino Don Toribio Alonso de SALAZAR a bordo de la nao VICTORIA el 10 de septiembre de 1526 ante Hernando de Bustamante, más me convenzo de que su primo Gonzalo GUERRA Salazar fue el abuelo materno del burgalés Hernando COLÓN que testaba en Córdoba el 27 de junio de 1575 y dejaba heredero de sus bienes a su primo Gonzalo GUERRA, escribano y yerno de Hernando de Cos.

Don Hernando Colón Enríquez, el hijo de Cristóbal Colón y homónimo de este burgalés, nació en Córdoba en 1488 y murió en Sevilla en 1539 y por tanto 13 años después que el mencionado marino Don Toribio Alonso de Salazar, cuyo apellido es un topónimo burgalés como lo es el de Espinosa y que era el de la toledana Catalina Salazar, la mujer de CERVANTES, de la toledana Catalina de Salazar, la mujer de Alonso de Bustamante (suegro de un Gabriel de Espinosa), y que da nombre al título del Don Bernardino de VELASCO y ARAGÓN -Conde de Salazar-, a quien el rey Felipe III encargaba la expulsión de los moriscos como dice el morisco Ricote en el capítulo II, LXV del QUIJOTE.

En julio de 1522 Carlos V pernoctó en Molledo/Valdiguña (Cantabria) en casa de los QUIJANO y BUSTAMANTE y cuando leía las cartas que le escribía Pedro de VALLEJO en 1592 a Martín de QUIJANO al Puerto de Santa María (Cádiz), recordaba al buen hidalgo de su linaje, al que Cristóbal Colón le preguntaba espantado en las Indias:"¿Adónde me llevas, Vallejo?".
Vallejo quiso quitarle las cadenas cuando le trajo de las lndias encadenado, cosa que él no consintió para presentarse así ante los Reyes Católicos, quizás porque en el fondo de su alma los culpaba de este triste suceso de su vida y porque los consideraba temerosos de que les mermase su poder soberano.
Y curiosamente del linaje de Vallejo fue el escribano de Felipe III -Hernando de Vallejo- que el 21 de octubre de 1615 aprobaba en Madrid la "Tasa" de la "Segunda Parte de Don Quijote de la Mancha" por 63 pliegos a cuatro maravedís el pliego.

En la nao VICTORIA el hidalgo Hernando de Bustamante dió la vuelta al Mundo con el vasco Juan Sebastián Elcano, y tras la muerte de éste y de Jofre García de Loaysa, Don Toribio Alonso de Salazar, descendiente de la Casa de Ibio (Cantabria) de los GUERRA, decía en su testamento:

"Mando al señor Don Juan de Castañeda, si se hallare en la nao "Anunciada" mi cuchilla guarnecida de plata por cierto cargo que le soy" (transcribo con grafía actual), que nos recuerda al capitán Juan de Castañeda que retuvo a Colón en las Azores cuando regresaba del viaje de 1492 y le dijo aquello de que sabía muy bien quién era. Suponemos que no conocería menos al marino sevillano Cristóbal Guerra que compartía su linaje con el conquistador Vicente Guerra que dió nombre al Caño de Vecinguerra de Córdoba mencionado en El QUIJOTE por el Primo que imprimía libros. Bartolomé Juan Guerra recibió el Señorío del llamado "Valle de Guerra" de Tenerife por merced de los Reyes Católicos, el Infante Don Enrique de Aragón trataba de "pariente" a un Juan Guerra Osorio ( y Osorio de apellidó también Don Toribio Alonso de Salazar) y no sabemos si el aragonés Gonzalo Pérez, nacido en Segovia, era en realidad Pérez Guerra, y curiosamente las nietas o bisnietas de Bartolomé Juan Guerra se casaron con el patricio genovés Bernardino Justiniani y con el capitán Juan Colombo "el Viejo", que es como se llamó el abuelo genovés del Cristóbal Colombo, el decubridor oficial de las Indias Occidentales, que entiendo que sustituía a su verdadero linaje montañés. "Porque así como hay Don Juanes en el mundo que se mudan en Andreses, podría haber Don Sanchos que se mudasen en otros nombres", como dice CERVANTES en "La Gitanilla" del personaje que, huyendo de la Justicia de Castilla, pensaba refugiarse en GÉNOVA, para lo cual se iba desde TOLEDO a SEVILLA, donde pensaba embarcarse con un ginovés amigo de su primo el Conde".

No sabemos de qué conde se trataba, pero se podría pensar en el Conde de Niebla (linaje de Guzmán), a cuyo Condado perteneció PALOS (Huelva), donde estaba el monasterio de La Rábida al que llegó Colón un día con su hijo Diego procedentes de Portugal, donde tiempos después se imprimirían tantos ejemplares del Quijote, según el hijo de Bartolomé Carrasco, y del que desde entonces acá tantos ejemplares se vendieron. Otra cosa es leerlo, y más difícil todavía entenderlo, porque necesita de mucho comento este libro que, en suma, es una crítica al Poder político de entonces y de todos los tiempos, una crítica a la impunidad del Poder y su capacidad o tendencia a ser absoluto.

Los hijos de Colón se criaron en Córdoba, o sea, como ROCINANTE, según le dice Don Quijote a Don Álvaro Tarfe, deudo de los últimos reyes moros de Granada, en El Quijote de Avellaneda, aparecido en 1614, y como el caballo del mestizo Inca Garcilaso de la Vega, que se llamaba a sí mismo "el Indio," que honraba a su patria con este sobrenombre del Inca como Don Quijote o Amadís honraron a las suyas dándose los de la Mancha y Gaula, y que murió en Córdoba el 23 de abril de 1616 como Cervantes y Shakespeare. En Perú, donde le apadrinaba un hijo de Feliciano de SILVA, España era su Oriente, y, callado está dicho que su linaje era montañés como el de Doña Inés Laso de la Vega, madre del Conde de Buelna y abuela paterna de los Niño Portugal.

De aquel año de 1539 en que murió Don Hernando Colón Enríquez y nació Antonio Pérez, leemos a Gonzalo Fernández de Oviedo:
"agora diré yo lo que entendí el año de 1539, pasando por la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española. El Adelantado don Pedro de ALVARADO del cual supe que pensaba brevemente ir en demanda de la China y armar en la mar del SUR, en su gobernación de Guatemala; y llevaba consigo dos hombres, que se hallaron en aquel viaje del comendador Loaysa, el uno de los cuales se llamaba el capitán Andrés de Urdaneta, vizcaíno o guipuzcoano, hombre de bien y de buena razón y bien apuntado en lo que avía visto y apuntado daquel viaje; el otro era un hidalgo, natural de la villa de LAREDO, llamado Martín de Islares".

El ya fallecido Don Toribio Alonso de Salazar, decía en su testamento en la nao Victoria ante Hernando de Bustamante:
"Mando que se pague al Duque de SESA (linaje de Córdoba y del gran Capitán) seis ducados por unas oras que le soy en cargo", y tanto el Duque de Sesa como el Almirante de Castilla (Enríquez de Velasco) fueron fieles hasta el final a Antonio Pérez, la casa montañesa de Alvarado vinculó con la descendencia femenina del Almirante de Francia Robín de Bracamonte, que viajó de Francia hasta Santander con Pedro Niño y admiró la pericia náutica de éste, una hija de Antonio Pérez se casó con un Bracamonte, aunque nada tuviese que ver con dicho almirante francés, Diego de Bustamante vivía en casa de Antonio Pérez cuando era un joven estudiante, en el mar del Sur o Pacífico hay una contracorriente marina llamada "El Niño", y hasta el Emperador de China se interesaba por El Quijote para enseñar allí el castellano, según vemos en la Dedicatoria del Quijote de 1615, y en tiempos de Rodrigo de Bustamante la hija del Gran Can de la India y del CATAY/China (Angélica) desdeñó a Orlando, sobrino de Carlomagno como Rodrigo de Bustamante, y convirtió en rey del CATAY a un pajecillo moro llamado Medoro, que era la tierra a la que Colón creyó haber llegado cuando pisó tierra americana.

Suponemos que si Don Fernando Niño de Guevara conoció obras de Cervantes años antes de salir a la luz, como la novela de "Rinconete y Cortadillo" mencionada en El Quijote de 1605, que también leería El Quijote, y dicho Arzobispo compartía sus apellidos con Pero Niño y su esposa Doña Constanza de Guevara y éstos hablaban y escribían en castellano y no en italiano ni en portugués . Y Colón, cuyos libros fueron a parar a la Iglesia de Sevilla, exactamente igual. Así que de todo esto deduzco que los fortuitos descubridores de tierras desconocidas hablaban también castellano como CERVANTES y Don Quijote, aunque viniesen de Francia a la Montaña y tuviesen ascendencia oriental como Don Álvaro Tarfe o el historiador toledano Cide Hamete Benengeli.